lunes, 28 de julio de 2008

Cuerpo e historia

La diversidad en la orientación sexual es tan antigua como la propia humanidad, pero se ha mantenido siempre bajo perfil. Por lo cual y salvo en ciertos período en que la filosofía imperante era más libre y rica en variantes, tal como sucedió en determinados períodos de la Antigua Grecia y el Imperio Romano, nunca se aceptó con naturalidad. La excepción es la mística poetisa Safo, nacida en la paradisiaca isla de Lesbos y que vivió en una época en la que su isla tuvo un papel decisivo en el nacimiento de la lírica occidental. En su poética; la sensualidad, el deseo y el sentimiento religioso espiritual se funden en una búsqueda de valores opuestos a los tradicionales de su tiempo.

Otras excepciones se dieron en algunas sociedades poligámicas que consideraron que las mujeres del harén podían entretenerse entre sí con juegos sexuales pero cuya única finalidad era el estar “mejor” preparadas. Al igual que en la Antigua Roma, en la cual incluso se promovía el sexo entre mujeres adolescentes para que fueran aprendiendo a conocer sus cuerpos y prepararse para el matrimonio heterosexual.
Sin embargo todas estas prácticas son vistas como si no tuviesen trascendencia, o como si no dejasen huellas en la identidad sexual femenina que finalmente deberá inclinarse por la atracción hacia el sexo opuesto. Además claro, existe el concepto que el sexo es sólo válido cuando incluye la penetración masculina.
Por otro lado, para los valores judeo-cristianos la homosexualidad de ambos sexos es considerada simplemente como “anti-natura”. El igual que cualquier disfrute asociado al cuerpo y al erotismo, salvo que el objetivo sea la reproducción.
Y bueno, con este tipo de pensamiento es inevitable que surja en las sociedades la discriminación y el considerar a quienes se atreven a vivir sus vidas con alegría, como ciudadanos de segunda clase.
Sucede también que las mujeres sufren de una doble discriminación: primero, claro, son mujeres y todo el rol que ello conlleva y que se asigna inevitablemente como madres, hijas, amas de casas o simplemente “servidoras” de un mundo masculinizado. Y segundo, son homosexuales.
Sin embargo, tanto la Asociación Psiquiátrica Americana y la Asociación Psicológica Americana, afirmaron en 1972 y 1973 que los homosexuales (hombres o mujeres) no son personas enfermas y sólo manifiestan su orientación sexual. Y eso hace más de 30 años ya, que hace tan increíble que siga la gente discriminando a quienes "parecen" ser diferentes.

Mi libertad termina cuando empieza la del otro, por tanto nadie debería sentirse con la “libertad” de juzgar a quien decide disfrutar de su sexualidad y su cuerpo.
- Caro

jueves, 17 de julio de 2008

Prólogo

"Judith Butler manifiesta en su libro “cuerpos que importan” que no sólo el sexo sino además las prácticas sexuales se construyen y se afianzan a través de las repetición de normas.
Nosotras, las mujeres lesbianas, que hemos tenido que deconstruir primero y reinventar después nuestra sexualidad, hacemos buena la teoría de Butler.
Durante siglos la sexualidad ha sido definida por el hombre y constituida para ellos. La cultura machista dominante nos ha controlado, limitado y casi anulado. La sociedad heterosexista en la que todavía vivimos, nos instruía, día sí, día no, a ser una perfecta mujer heterosexual “pasiva” y meramente reproductora. Nunca las mujeres fuimos consultadas, a nosotras nadie nos enseñó a ser lesbianas, nuestros padres no nos contaron la versión lésbica de los bebés que vienen de París, en las escuelas sólo existía el “chico ama a chica”. Han tenido que pasar muchos años y muchas revoluciones para que las mujeres que amamos a otras podamos construir de nuevo nuestra vida y sanar una autoestima muy castigada por la invisibilidad, el silencio, la discriminación y sobre todo, por el rechazo.
Una vez que las mujeres lesbianas asumimos nuestra sexualidad y arrojamos fuera nuestros miedos e inseguridades, nos convertimos en dueñas de nuestros cuerpos, de nuestro deseo y de nuestro placer. Hemos tenido que desarrollar un conocimiento y, además, un saber sobre el sexo basado en experiencias y transmisiones “orales” y, últimamente, en referenciales públicos, que nos está permitiendo liberarnos de la construcción heterosexista que nos constriñe, nos limita y pretende seguir (con)formándonos."


El prólogo escrito por Mili Hernández (editora y activista lesbiana) en el libro Kamasutra Lésbico de Alicia Gallotti.